La artrosis es una enfermedad degenerativa del cartílago articular que provoca dolor y cojeras en el animal.
Pese a las creencias populares, el frío y la humedad no contribuyen directamente al empeoramiento de los síntomas de la artrosis -que no de la artritis-, pero sí que lo hará el cambio brusco de la presión atmosférica que acompaña a la bajada de temperatura. Esto lo vamos a notar, sobretodo, con la llegada del otoño.
Es posible que la caída de presión atmosférica provoque un aumento de presión compensatoria dentro de la articulación, lo cual realza la inflamación y el dolor asociado.
La utilización de colchones térmicos y aislantes, así como la utilización de abrigos para evitar la exposición al frío puede ser de gran ayuda.
Como siempre que hay sospecha de procesos degenerativos articulares, la recomendación es la visita al veterinario quien, en función del grado de artrosis y los hallazgos radiológicos, valorará la utilización de suplementos alimenticios o nutraceúticos para intentar reducir la degeneración del cartílago articular. Estos productos suelen estar combinados con compuestos con efecto antiinflamatorio que disminuyen la síntesis de prostanglandinas, las mediadoras de la inflamación. Son productos con efecto a largo plazo – meses -, por lo que deberíamos plantearnos su utilización previa a estos cambios climáticos.
Los ácidos grasos omega-3, existentes en aceites de pescado, también han demostrado ser útiles reduciendo la inflamación. Actualmente existen muchísimas marcas de ácidos grasos omega-3 y 6 para suplementación de la alimentación.
En última instancia, en picos de dolor, el clínico podría valorar la prescripción de aintiinflamatorios, con poder analgésico y antiinflamatorio, o de otros productos con efecto sobre el dolor de origen neurológico previa valoración del riesgo que puedan suponer en animales que, normalmente, van a ser de edad avanzada.